Un año más pasó... Otra vez fue mi cumple.
No saben que buenas celebraciones... Comenzamos por el regalo que me dio mi novia. Déjenme les presumo un poco a la novierrona que tengo: Llegúe a mi cuarto y estaba convertido en un mundo submarino. Globos azules en el piso simulaban ser agua y muchos pescaditos de colores colgaban del techo. Las paredes adornadas por algas y demás, y lo mejor estaba arriba (es un tapanco). Encima de mi cama un cofre me esperaba con un verdadero tesoro: dos boletos para Radiohead. ¡Demonios qué novia tengo! En éxtasis por mis regalos me fui al antro con mis amigos, tranquilo ya saben, hasta las 4 y tantas. Al día siguiente una comidita con mis amigos, que casi fue frustrada por una lluvia extraña de febrero, que no pudo con el feliz ambiente de amigos de toda la vida que no veía en mucho tiempo. El domingo cerramos con broche de oro con una visita a la Plaza México a disfrutar el arte de Pablo Hermoso de Mendoza, que con su rejoneo erizó mi piel e hizo que la sangre de mis antepasadados españoles vibrara al grito de ¡Olé!
Mañana viene un encore de mis festividades: nada más y nada menos que veré a mi queridísimo Luis Miguel en séptima fila acompañado del bombón que tengo por novia... ¡Wow, estoy feliz!
No saben que buenas celebraciones... Comenzamos por el regalo que me dio mi novia. Déjenme les presumo un poco a la novierrona que tengo: Llegúe a mi cuarto y estaba convertido en un mundo submarino. Globos azules en el piso simulaban ser agua y muchos pescaditos de colores colgaban del techo. Las paredes adornadas por algas y demás, y lo mejor estaba arriba (es un tapanco). Encima de mi cama un cofre me esperaba con un verdadero tesoro: dos boletos para Radiohead. ¡Demonios qué novia tengo! En éxtasis por mis regalos me fui al antro con mis amigos, tranquilo ya saben, hasta las 4 y tantas. Al día siguiente una comidita con mis amigos, que casi fue frustrada por una lluvia extraña de febrero, que no pudo con el feliz ambiente de amigos de toda la vida que no veía en mucho tiempo. El domingo cerramos con broche de oro con una visita a la Plaza México a disfrutar el arte de Pablo Hermoso de Mendoza, que con su rejoneo erizó mi piel e hizo que la sangre de mis antepasadados españoles vibrara al grito de ¡Olé!
Mañana viene un encore de mis festividades: nada más y nada menos que veré a mi queridísimo Luis Miguel en séptima fila acompañado del bombón que tengo por novia... ¡Wow, estoy feliz!