Las Habitaciones de los Hoteles

Pasando mi tiempo de ocio encerrado en un cuarto de hotel en San Luís Potosí, me puse a pensar en cuantas personas se han acostado en la cama en la que ahora estoy acostado. ¿Qué hábitos podrían tener éstas personas, se lavaron las manos antes de agarrar el control? Yo soy muy asqueroso en general, no tomo de vasos ajenos (a menos que conozca los hábitos higiénicos del dueño…), no voy al baño en cualquier lugar, etc… Pero me brinca a la cabeza que en hoteles, confío plenamente en que la taza del baño, las sábanas, las toallas y almohadas están perfectamente limpias e asépticas. Yo no se si una gorda de 120 kilos se sentó en el excusado y echó un cocodrilo asqueroso, o si un borracho cuarentón regresó después de haber tenido una velada báquica (del dios Baco), a pagarle tributo a la diosa de porcelana… no lo sé, pero confío en que el staff del hotel ha pasado el suficiente tiempo realizando actividades de aseo. Ahora que lo pienso, las sábanas son la parte más asquerosa, y más las almohadas… ¿se han puesto a pensar en cuantas personas han babeado las almohadas, o han echado su aliento mañanero sobre ellas? Si se bañaron, si traían piojos, si además de dormir realizaron actividades “vigorosas” sobre el mismo colchón… guácala, ya no quiero pensar en eso, jaja… prefiero confiar y dormir tranquilo. Pero bueno, la pregunta es ¿por qué no nos dan asco las instalaciones de la habitación, donde muchos desconocidos han estado, dormido, defecado, bañado, etc… pero nos dan asco otros lugares? Tal vez es la sensación de lejanía de nuestras cosas, de nuestra cama y de nuestra almohada, que nos da una sensación de total confianza sobre la asepsia de una habitación de hotel… lo que sí me sigue dando demasiado asco, son las colchas… no se porqué.

Por cierto... no encontré ningún antro decente en San Luís, pero si muchas niñas guapas... jaja.